lunes, 31 de octubre de 2016

MÚSICA



        La música invadía el lugar, Juan llevado como un sonámbulo por el sonido, cruza la sala y la ve, ella sentada al piano. Su cabellera rubia descendía por su espalda, que al descubierto en un vestido blanco ceñido al cuerpo marcaba su silueta y destacaba el bronceado de su piel. Se acercó más, ella al verlo dejó sus manos quietas sobre las blanquinegras teclas de aquel piano.
-Hola- dijo él
-Hola, quién eres?- contestó ella
-Juan, ¿tu nombre?
-Cecilia
-¿qué haces aquí?
-yo, estoy en mi casa, tú ¿qué haces aquí? ¿a quién buscas?
-ah yo vine a tomar clases de piano con Magdalena Torres
-mi madre- contestó ella
-ah sí, un gusto y donde se encuentra ella
-no sé, tome asiento ya vuelvo.
        Pasado el tiempo Juan no solo comienza sus clases, sino que se pone de novio y poco después de año y medio se casan. Y como reza cierto refrán "el casado, casa quiere", Juan y Cecilia se mudan.
        Ya habían visto la casa nueva, Magdalena decidió regalarles el piano por el cual se conocieron.
        Ya en la casa:
-casi llega el camión de la mudanza- dijo Juan
- que emoción, el piano va junto a la ventana que da al jardín-dice ella
-no, al centro de la sala - acota él
-junto a la ventana hay más luz, más aire, se huelen los jazmines- sentencia ella
- ni ahí, al centro es el mejor lugar- aduce él.
       En ese momento llegan los muebles, salen al encuentro, se abre la portezuela y los robustos hombres comienzan a bajar las cosas, sin problemas, hasta que llega el turno del instrumento tan codiciado, aquel por el cual se conocieron. Se cae del furgón el "piano"sus pedazos se esparcen sobre el frío pavimento. Juan se quedó atónito a ella se le cayó una lagrima, se tomaron de las manos se miraron:
-abra que comprar otro-exclamó Juan
-y ponerlo junto a la ventana- sentenció ella, él ya no dijo nada.


autora: Sonia Vilma Ravizza  ©    

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